Que no te la den con queso o cómo identificar un buen vino

Castillo de Ygay-5

 

Seguro que ya conoces el significado de esta expresión, la hemos comentado en otra entrada del blog. Antiguamente los vinos con sabor potente no estaban bien vistos y, además, debido al menor conocimiento de las técnicas de crianza y cuidado, era más frecuente que surgieran peores añadas. De modo que para encubrir el sabor de los vinos, los bodegueros ofrecían un plato de queso a la hora de dar a catar los vinos: cuanto más fuerte era el queso, más se disimulaba el sabor del vino… De ahí el dicho.

Apúntate las características que hoy compartimos para identificar un buen vino y que no te la den con queso.

Obviamente lo más importante a la hora de identificar un buen vino es intentar conocer su origen, indagar en cómo ha sido elaborado y a qué condiciones han sido sometidas las uvas en la elaboración. Una viña de calidad y una elaboración cuidada y meticulosa, siempre van a dar lugar a un gran vino.

Si bien, ¿qué podemos hacer una vez que tenemos la copa delante y no conocemos el vino? Observémosla.

Empecemos observando el color. Una característica fundamental para identificar un buen vino es que tenga limpidez o transparencia, es decir, que en la copa no encontremos restos de partículas en suspensión. Además el color ha de tener coherencia con la edad del vino: con el paso del tiempo los vinos tintos se vuelven más claros y los blancos se oscurecen.

El olfato también juega otra característica esencial para identificar un vino de calidad, ya que, al catar un vino, la sensación se percibe antes por la nariz que por la boca. Un buen vino suele oler a vida, a naturaleza, a uvas… en definitiva, tiene un olor agradable. Por eso, si al descorcharlo detectas un mal olor o un olor a cerrado, te recomendamos que muevas un poco la copa para airearlo y descubrir si poco a poco va expresándose; en cambio, si pasado un rato no lo has conseguido, el vino no está en condiciones óptimas.

Por último, probémoslo. Un pequeño sorbo nos bastará para identificar si estamos ante un buen vino o no. El sabor de un gran vino ha de estar en consonancia con la vista y el olfato, gozar del balance adecuado entre taninos, alcohol y acidez. Y, por supuesto, ha de invitarnos a volver a beber.

Pero, como en todo, la clave de un buen vino está en su equilibrio.

¡A disfrutar!