Vino y Arte III: La botella de vino, de Joan Miró

miró botella de vino

 

Se trata de uno de los máximos representantes del surrealismo español: el catalán Joan Miró, más conocido por su pintura, fue también un gran escultor, ceramista y grabador. Tras mostrar en un principio fuertes influencias fauves, cubistas y expresionistas, el artista se incorpora al surrealismo, mostrando siempre su interés por el subconsciente, lo “infantil” y su país. En 1920, Miró se instala en París, donde entra en contacto con la vanguardia artística y literaria del momento. Cuatro años después se publica el Manifeste du surréalisme, texto fundacional del grupo del mismo nombre, del que Miró formó parte.

El cuadro La botella de vino, de 1924, evidencia precisamente esa importancia que los surrealistas concedieron al subconsciente, al mismo tiempo que da una idea de las posibilidades artísticas que ofrece la aplicación de los métodos automáticos que promovían, basados en la imaginación y en las asociaciones libres.

Por ello, en el cuadro encontramos unas montañas, que pueden simbolizar su añorada Cataluña, o una serpiente con grandes ojos rojos persiguiendo un insecto, así como un volcán que parece estallar en la base de la botella y vapores que se pierden en el horizonte. Todo ello marcado siempre por una clara premisa: menos es más. “Me siento en la necesidad de alcanzar el máximo de intensidad con el mínimo de medios”, decía.