De sobra conocido por todos es aquello de que “el vino blanco se sirve frío, y el tinto a temperatura ambiente”. Pero, ¿cuánto de frío tiene que estar el blanco y a qué temperatura nos referimos al hablar de “ambiente”? ¿Cuánto tiempo antes de servirlo hay que enfriar o templar el vino? ¿Es suficiente con meterlo un rato en la nevera?
Son muchos los expertos que defienden que la expresión “temperatura ambiente” es poco correcta porque, si bien es cierto que los vinos tintos no pueden estar fríos, en un clima caluroso la temperatura de servicio podría ser demasiado alta y perder así sus aromas y reducir su sabor. Por ello, los vinos tintos deberían servirse entre los 14°C y los 19°C, no más, puesto que una excesiva temperatura provoca que la volatilidad del alcohol inunde el paladar, haciendo imposible la captación de los distintos aromas del tinto.
Respecto a los vinos blancos, las notas frescas de fruta blanca, cítricas y florales, permiten temperaturas de servicio menores, manteniéndose siempre entre los 8ºC y los 14 ºC. Es importante tener en cuenta que esta temperatura se consiga de modo gradual y nunca metiendo el vino en el congelador. Hay que meterlo en la nevera varias horas antes de servirlo y, una vez en la mesa, la mejor opción para conservarlo fresco es una cubitera con agua y hielo. El último paso a seguir es, por supuesto, disfrutarlo.