¿A qué huele el vino?

 

Una parte esencial de la cata es la fase aromática, y es que nuestra nariz juega un papel fundamental cuando probamos el vino. En este momento, en el que se identifican los aromas y la intensidad, cabe preguntarse ¿a qué huele el vino? ¿cuántos aromas tiene un vino? ¿existe un olor concreto para cada vino? La respuesta correcta es: depende. En el vino existen tantos aromas como personas lo huelan, en función de sus recuerdos, su historia, su experiencia, su memoria olfativa…

Los aromas del vino pueden darnos muchas pistas sobre su elaboración y sobre el estado en el que se encuentra en el momento en el que lo catamos. De modo que, para que aprendáis un poquito más, os vamos a confesar las tres categorías en las que se clasifican los aromas del vino.

En primer lugar, los aromas primarios o varietales que son los que nos recuerdan a la uva, el clima, el suelo y, en definitiva, a todo lo relacionado con el medio en el que se ha cultivado la uva. Estos son reconocibles más fácilmente y dentro de ellos podemos encontrar frutas rojas como la mora, frutas blancas como la manzana o frutas de hueso como el melocotón. También se incluyen en este grupo los olores florales, vegetales o mineralizados.

Los aromas secundarios o de elaboración son los vinculados con el proceso de fermentación y con las levaduras y bacterias que intervienen en él. Recuerdan a tonos lácticos o incluso de bollería.

Por último, encontramos los aromas terciarios o de crianza que, como su propio nombre indica, dependen de la crianza en barrica y en botella. Éstos variarán en función del tipo de madera de la barrica y de su antigüedad. Pueden recordar a frutos secos tostados como a avellanas o almendras y a especias como la vainilla o la canela.

Aunque independientemente de todo esto, lo importante es disfrutar del vino e ir descubriéndolo poco a poco. Tenemos que educar nuestro olfato porque en la práctica está la clave para aprender. Por eso os recomendamos tomar una copa de vino al día.