Son palabras que utilizamos en nuestro día a día, pero que sin embargo adoptan un sentido concreto al aplicarlas al mundo del vino. Y no todo el mundo sabe usarlas, ni entenderlas. Os dejamos aquí una recopilación de palabras que muchos desconocen:
Generoso: un vino generoso es aquel que posee una graduación alcohólica superior al resto, comprendida entre los 15 y los 23 grados, y que se ha obtenido mediante sistemas de crianza específicos para aumentar su estabilidad y graduación. Se realiza con una cuidada selección de uvas.
Complejo: se refiere a los vinos ricos en matices sensoriales de aromas y sabores, pero sin perder el equilibrio y armonía. Contribuyen a esa complejidad la madurez, las variedades nobles, el terruño y una crianza precisa.
Cuerpo: Cuando alguien dice que un vino tiene cuerpo se refiere a la densidad del mismo cuando lo tomas. Cuanto menos acuoso el vino, más cuerpo tiene. Son vinos con una elaboración densa, con mucha materia, estructura.
Cerrado: Se dice un vino embotellado que es preciso airear para que sus cualidades organolépticas puedan desarrollarse. Se trata de un vino embotellado de largo envejecimiento, que atraviesa una etapa por la cual apenas expresa su aroma, por lo que hay que ‘ayudarle’ a expresarse.
Austero: El vino austero es un vino equilibrado, pero sin estar fuertemente dotado en ninguna de sus partes, sin resaltar ninguna cualidad, ni expresividad. Suele darse en vinos elaborados con uvas de género neutro y vulgar que no han alcanzado su madurez.
Oxidado: Se trata de un vino alterado grave e irreversiblemente por un excesivo contacto con el oxígeno. El efecto de este último afecta al color, aroma y comportamiento del vino en boca.