Nuestra nariz y nuestro olfato juegan un papel muy importante a la hora de probar un vino. El vino desprende aromas y, aunque analizarlos muy en profundidad es realmente difícil (por eso los buenos sumilleres están tan cotizados), ser capaz de distinguir los olores básicos no es especialmente difícil.
Os dejamos cinco sencillos consejos para “olfatear”:
- Para oler el vino hay que meter bien la nariz en la copa. Que no te dé vergüenza, es la única manera de percibir bien los aromas.
- Acostúmbrate a los distintos olores, no sólo a los del vino: huele los alimentos mientras cocinas, párate a oler las especias, las flores, los perfumes, la tierra mojada… Todo sirve para ir “educando” nuestra nariz.
- Si alrededor de ti hay olores fuertes de comida, es inútil que intentes percibir todos los matices olfativos del vino, déjalo para más tarde. Lo mismo pasa con el olor del perfume: no te pongas perfume muy fuerte, competirá con el olor del vino.
- Prueba con diferentes técnicas de olfateo: manteniendo algo de vino en la boca a la vez que inspiras, cierra los ojos para concentrarte, deja la boca entreabierta a la vez que inhalas… ¡Tienes un gran abanico de posibilidades!
- ¡Practica, practica y practica! Es lo fundamental para aprender. Y, ¿sabes qué es lo mejor? ¡Que para ello tendrás que tomar muchas copas de vino!
